martes, 10 de junio de 2008

Historia de la Ermita de San Isidro Labrador

HISTORIA DE LA ERMITA DE SAN ISIDRO LABRADOR


En 1528, en la orilla derecha del Manzanares, a las afueras de Madrid, entre los puentes de Segovia y Toledo, en lo alto de un cerrillo, la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos I, hace erigir una ermita para custodiar el manantial santo cavado a comienzos del siglo XII por un labrador mozárabe de Madrid después de que el Príncipe don Felipe y el propio Emperador, afectados por unas altas fiebres, hubieran recobrado la salud al beber agua de él, en el lugar que ocupaba la antigua casa de labor habitada por San Isidro y su familia, en las tierras de los Vargas, que se extendían desde la Casa de Campo hasta el pueblo de Carabanchel. Recordemos que Felipe II compra la Casa de Campo a los descendientes de los Vargas. Los campos inmediatos a la ermita son el escenario real del milagro.


Según la tradición fue elegido este lugar porque en él el futuro santo labrador, Isidro -que había vivido en el siglo XII y no fue canonizado hasta 1622-, hizo surgir una fuente milagrosa, golpeando una peña mientras trabajaba los campos de su señor, Iván de Vargas y para que perdurase la memoria de la visión de los ángeles labrando junto con el santo, se levantó un sencillo oratorio a manera de una casa pequeña cuadrada.


Muy pronto fue foco de visitas de cristianos de la Villa que acudían para orar. Peregrinaciones que encerraban ciertos riesgos, ya que se cuenta que la reina Isabel La Católica, a finales del siglo XV, se vio junto a esta fuente acometida por un oso al que ella misma consiguió matar.


La sencilla iglesia que conocemos hoy, fue reedificada en 1725 por Don Baltasar de Zúñiga, Marqués de Valero, sobre las ruinas de la construcción primitiva la cual presenta una única nave con cúpula y linterna, conservó materiales arquitectónicos y decorativos de la primera. El retablo mayor representa un relieve de San Isidro obrando el milagro de la Fuente, en el que aparece Juan de Vargas arrodillado a sus pies. En los laterales tallas en madera de San Isidro y Santa María de la Cabeza. El conjunto está firmado por Enrique Cuartero Huerta en 1941.


La lámpara que arde del Santísimo en el altar, además de indicarnos la presencia de Cristo hecho Eucaristía, nos debe recordar a tantos cristianos perseguidos a causa de la fe y nos interpela pura la transmisión de la fe cristiana a las nuevas generaciones.


Actualmente es un lugar de oración y de peregrinación, donde los devotos del Santo acuden a pedir favores y a agradecer los recibidos, que están registrados en un libro existente en la entrada. Durante el año, sábados y domingos, el Santuario ofrece su silencio a todo el que quiere orar, los domingos por la mañana se puede renovar el bautismo y beber agua de la Fuente del Santo (abierta los domingos, en que se celebra una misa a las 12 y los martes a la 17,30 p.m. misa mozárabe). Cada sábado, a las 12 horas se celebra la Santa Misa, en la que se pide de manera especial por los difuntos del Cementerio.


Tiene la Ermita el privilegio de celebrar en ella la Eucaristía en rito Hispano-Mozárabe, que se lleva a cabo en varias ocasiones: en torno a mediados de mayo, el 9 de septiembre, festividad de Santa María de la Cabeza, el 21 de noviembre y en los primeros días de enero.


Son significativas las peregrinaciones que tienen lugar en el mes de enero, el día 2, para celebrar el comienzo del año, y la visita a la fuente en el Domingo del Bautismo del Señor; y luego, en mayo, cuya tradición se remonta a poco después de la muerte del Santo, el día de San Isidro y el domingo posterior. De gran devoción son las antiguas celebraciones de la Virgen el 21 de noviembre y el 18 de diciembre -ocho días antes de Navidad.


Detrás de la ermita, en el llamado cerro de San Isidro, en 1811 se asentó sobre el ábside de la Ermita el Cementerio Sacramental de San Isidro, fue construido por la Archicofradía Sacramental.


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