domingo, 28 de septiembre de 2008

Salas que forman El Museo Naval (3ª Parte)

SALAS QUE FORMAN EL MUSEO NAVAL (3ª Parte)

Patio Central B. Construcción naval española en los siglos XIX y XX (1833-1931): Cuenta con una colección de modelos de buques que sirvieron en La Armada desde 1833 hasta final del reinado de Alfonso XIII, así como mascarones de proa de navíos de la época y dos embarcaciones empleadas por los nativos en el Caribe y el Pacifico a mediados del siglo XIX.

Sala XIV. Reinado de Alfonso XIII (1902-1931): Presidida por el magnifico modelo del acorazado España, se muestran objetos de la época, entre los que destacan la colección de armas y uniformes del monarca, regalo del Kaiser Guillermo II de Alemania y los óleos y recuerdos de acontecimientos navales del período tratado.


Sala XV. Segunda República y Guerra Civil (1931-1939): Rodeando al modelo del crucero Canarias se exhiben banderas, armas, cuadros, modelos y recuerdos relacionados con el período republicano y la Guerra Civil en el mar (1936-1939).


Sala XVI. Jefatura de Francisco Franco (1939-1975) y Reinado de Juan Carlos I (1975-en adelante): Presidida por retratos de la Familia Real, se muestran cuadros y modelos de buques que han servido o sirven en la Armada desde 1939 hasta la actualidad, encabezados por el portaaviones Príncipe de Asturias, buque insignia de La Flota.


Sala XVII. Descubrimientos geográficos (siglos XV al XVIII): Dedicada fundamentalmente a los descubrimientos y expediciones españolas y a sus protagonistas, durante los siglos XV al XVIII, destacan los portularios del Mediterráneo y la pieza más valiosa con que cuenta el Museo, la carta universal de Juan de La Cosa, fechada en el Puerto de Santa María en 1500, primera representación del Nuevo Mundo. Los instrumentos náuticos, astronómicos y de medida de los siglos XVIII y XIX, así como dos globos, uno terrestre y otro celeste, obras de Coronelli (siglo XVII) también se pueden contemplar en la sala.


Sala XVIII. Ciencias náuticas (siglos XVI al XVIII): Se expone una notable colección de instrumentos científicos y astronómicos de los siglos XVI al XVIII, entre los que destacan el estuche instrumental de Tobías de Volckhmer (1596), fabricado posiblemente para Felipe II, así como la colección de astrolabios, encabezada por el de Miguel Coignet, matemático y cosmógrafo flamenco del siglo XVI, uno de los tres de este autor que se conservan. Están también reunidos aquí retratos de las principales figuras españolas de la Marina Científica, así como una selección de mapas geográficos de algunas posesiones españolas en América.


Sala del Real Patronato: Reproducción de una cámara de oficiales de una fragata del siglo XIX en la que se exhibe una variedad de objetos personales y retratos de personajes ilustres de la Armada, así como piezas de cerámica, joyas, condecoraciones, miniaturas, etc., relacionadas con la historia de La Marina. La sala alberga las reuniones periódicas de los miembros del Patronato del Museo.


Camarote del Comandante: Reproducción de una cámara del Comandante de un navío del siglo XIX. Se muestran piezas de la misma naturaleza que las contenidas en la Sala del Real Patronato.


Fotos: - Museo Naval.

Salas que forman El Museo Naval (2ª Parte)

SALAS QUE FORMAN EL MUSEO NAVAL (2ª Parte)


Continuando el recorrido llegamos a:


Sala VI. Sala de la Nao San Diego: En esta sala se puede contemplar una parte de las piezas procedentes de la nao española San Diego, hundida frente a las costas de Manila en diciembre de 1600. En ella se exponen una muestra de los diferentes objetos recuperados relacionados con la vida a bordo, armamento y enseres personales que testimonian la vida y costumbres de la época. También se exponen seis grandes óleos atribuidos a Juan de la Corte (1597-1660) sobre las campañas del general Lope de Hoces en Brasil y Las Antillas (1622-1635).


Sala VII. Trafalgar (1805-1808), Guerra de La Independencia (1808-1814) y reinado de Fernando VII (1814-1833): En la parte dedicada al combate de Trafalgar en 1805, destaca una notable representación iconográfica de los jefes que se distinguieron en la acción, así como objetos personales de Federico Gravina, teniente general de La Real Armada y de Francisco Javier de Uriarte. Se exhibe también la insignia que el primero izó durante el combate a bordo de su capitana, el navío Príncipe de Asturias. Entre la colección de recuerdos de la Guerra de La Independencia (1808-1814), hay que destacar la bandera del navío francés L’Atlas junto con su águila, único ejemplar que se conserva de los entregados por Napoleón a los navíos franceses antes de Trafalgar; y del príncipe heredero de los Países Bajos, entregado al general y marino Van Halen (1788-1864). Tienen interés los retratos de Fernando VII, por Vicente López, y de Don Juan Ruiz de Apodaca, Conde de Venadito (1754-1835), por Antonio Mª Esquivel.


Sala VIII. Marina Científica (siglo XIX): Se muestran diversos instrumentos náuticos y científicos empleados en tierra y mar durante el siglo XIX. Destacan los recuerdos de Isaac Peral, inventor del primer submarino que utilizó la propulsión eléctrica por baterías y el tubo lanzatorpedos submarino (1888).


Sala IX. Armas y Etnografía (siglo XIX): Se expone un conjunto de armas de fuego portátiles del siglo XIX de diversas procedencias, así como armas blancas y de abordaje empleadas por La Armada en la misma época y la notable colección de armas, artefactos, objetos etnográficos y modelos de embarcaciones procedentes de China, sudeste asiático y pueblos del Pacífico, siendo las más importantes las originarias de Filipinas.


Sala X. Campaña de Cuba, Santo Domingo y África (siglo XIX): Esta sala está compuesta por óleos y recuerdos de los oficiales de La Armada que se distinguieron en las campañas de la Guerra de Cuba, anexión de Santo Domingo y Guerras de África. Es de señalar la espada regalada por el sultán Suleyman I de Marruecos en 1817.


Sala XI. Filipinas (siglo XIX): Objetos relacionados con la presencia española en Filipinas durante el siglo XIX hasta su independencia en 1898. Destacan los procedentes de las acciones contra los moros de Mindanao y la campaña hispano francesa en Cochinchina, modelos de embarcaciones y artillería construidos en Cavite y la maqueta de este arsenal.


Sala XII. Reinado de Isabel II (1843-1868): Dedicada a los sucesos navales del reinado, centrados en la primera guerra carlista y al bombardeo de Valparaíso y combates de Abato y El Callao (1866) que tuvieron lugar en la campaña de la escuadra del Pacífico al mando de Méndez Núñez, durante la Guerra entre Perú y Chile. Destaca el modelo de la fragata Numancia, primer buque acorazado que dio la vuelta al mundo, y una serie de óleos de combates, de los cuales sobresalen los de Muñoz Degrain y Monleón sobre El Callo. Son de señalar también los retratos, recuerdos personales, uniformes y condecoraciones de personajes ilustres de La Armada de la época.


Sala XIII. Reinado de Amadeo I, Primera República, Reinado de Alfonso XII y Regencia de María Cristina de Austria (1870-1902): Se exhiben óleos, objetos y recuerdos personales de la Segunda Guerra Carlista y de los sucesos cantorales, entre los que sobresale el cuadro de la Defensa de La Carraca por Monleón. Se exponen también los fondos relativos a la Guerra Hispano Americana en Filipinas, Cuba y Puerto Rico (1898).


Fotos: - Museo Naval.

Salas que forman El Museo Naval (1ª Parte)

SALAS QUE FORMAN EL MUSEO NAVAL (1ª Parte)

El recorrido del Museo cuenta con aproximadamente 22 salas con distinto contenido:

Vestíbulo Principal: Dedicado a la fundación del Museo y a las personalidades que, desde Isabel II, han tenido una especial vinculación con la historia de la institución.


Sala I. Reyes Católicos (1474-1517): Dedicada a la Marina de la Edad Media y siglo XV, protagonista del descubrimiento de América en 1492 y de la proyección española en Europa. Cuenta con dos retratos notables de los monarcas, artillería y modelos de embarcaciones de la época. Entre estos últimos es de destacar el de una embarcación normanda del siglo X, con su característica construcción de tingladillo. Un óleo de José Garnelo, titulado Primer Homenaje a Colón (12 de octubre de 1492) preside la sala.


Sala II. Reyes de la Casa de Austria (1517-1700): Dedicada a la historia marítima de los siglos XVI y XVII, cuenta con una notable colección de óleos de marina y combates navales del siglo XVII, entre los que destaca un óleo del siglo XVII que representa la visión del papa San Pío V sobre la batalla de Lepanto, librada en 1571. También hay que señalar el modelo del galeón flamenco regalado a Felipe II en 1593 por una delegación de los Países Bajos que acudió a visitarlo, así como el montante bendito de Don Juan de Austria que San Pío V le concedió después de la batalla de Lepanto; aunque está fabricado en 1568, su empuñadura es obra de Eusebio Zuloaga del siglo XIX. La vista panorámica de Sevilla grabada por Janssonius en 1617, es una pieza interesante para el conocimiento de la iconografía de esta ciudad. Una escogida selección de piezas de artillería de los siglos XIV y XVII completa el contenido de la sala.


Sala III. Reinado de Felipe V (1ª parte) (1700-1724): Se exhiben modelos de buques, pinturas y grabados que representan acontecimientos marítimos relacionados con la Guerra de Sucesión Española (1700-1714), además de retratos de los generales de la Armada y secretarios de Marina de la época.


Sala IV. Reinados de Felipe V (2ª parte) y Fernando VI (1724-1759): Se exponen óleos de acciones navales, retratos, una colección de armas de la época, medallística naval de los siglos XVI al XVII, y una serie de objetos pertenecientes a Don Juan José Navarro de Viana (1687-1772), primer marqués de La Victoria, figura destacada de la Armada, tanto por sus hechos de armas como por sus aportaciones a la táctica y la construcción naval.


Sala V. Reinados de Carlos III y Carlos IV hasta Trafalgar (1759-1805): El contenido de esta sala ilustra las campañas navales en las guerras contra Gran Bretaña por la hegemonía marítima durante la segunda mitad del siglo XVIII, sobresaliendo un mapa de gran tamaño del peñón de Gibraltar. Destaca la colección de modelos de navíos construidos por prisioneros de guerra, en hueso y marfil, así como otros modelos del siglo XIX. Figuran también notables óleos de Antonio de Brugada y Rafael Monleón sobre acciones navales, así como retratos de marinos de la época, como el de José de Mazarredo, por Bellier.


Vestíbulo de Honor: Constituye el pórtico de entrada al Museo para recepción de personalidades. Cuenta con retratos de los Reyes Fernando VI, de Jean Ranc, Carlos II y Carlos IV, así como mobiliario de época, destacando las mesa de piedras duras que perteneció al despacho de Manuel de Godoy, sobre la que el general Joaquín Murat firmó, el 2 de mayo de 1808, el bando de represión contra el pueblo de Madrid. Se expone aquí una colección de acuarelas de navíos del siglo XVIII, obra de Agustín Berlinguero (1799) y un reloj de péndulo compensado de John Ellicot de 1760.


Patio Central A. Arsenales y construcción naval española en el siglo XVIII: Dedicado a la construcción naval en madera del siglo XVIII, se expone una colección de modelos de barcos de la época, entre los que destacan por su belleza y valor representativo e histórico la fragata Diana y los navíos San Genaro, Real Borbón y un modelo de navío de 74 cañones, construido según el sistema francés implantado por Gaultier. Asimismo, se muestran las maquetas de los tres arsenales de la Península, la puerta del de la Carraca, diversos modelos en miniatura de artillería y una colección de agujas náuticas de los siglos XVIII y XIX. Aunque no es de la época, debido a su tamaño se expone en esta sala el repostero de la Casa Ducal de Fernán Núñez (circa 1690), montado sobre una vela turca apresada en Lepanto (1571) y pintado por Meneses (1625-1705), discípulo de Murillo.


Fotos: - Museo Naval.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Historia del Museo Naval


HISTORIA DEL MUSEO NAVAL



El origen del Museo Naval se remonta al 28 de septiembre de 1792, gracias a una excelente iniciativa de don Antonio de Valdés y Fernández Bazán, Secretario de Marina del rey Carlos IV, plasmada en el siguiente documento:


El Rey tiene resuelto establecer en la Nueva Población de San Carlos un Museo de Marina que, a más de la biblioteca general, reúna todas las ciencias naturales que son necesarias para la completa instrucción del Cuerpo de la Armada, y consiguiente utilidad en ella. Para su ejecución ha determinado Su Majestad que se destinen desde luego en la Tesorería de Cádiz cien mil reales de la consignación de cada Departamento, comprendiéndolos en los presupuestos del año próximo; y que, sin perjuicio de ello, se pidan además otros tantos para el mismo; practicando lo propio en lo sucesivo y teniendo siempre con separación este caudal para emplearlo únicamente en el expresado objeto; y de orden de Su Majestad lo comunico a Vuestra Excelencia para su inteligencia y gobierno de esa Junta; en el concepto de que doy el correspondiente aviso a las de Cádiz y Cartagena.


Con ese objeto, el capitán de navío Mendoza y Ríos fue comisionado a Francia y Gran Bretaña para comprar libros, mapas y otros materiales para la biblioteca, y los tenientes de navío Martín Fernández de Navarrete, José de Vargas Ponce y Juan Sanz y de Barutell, enviados a distintos archivos españoles para copiar todos los manuscritos referentes a asuntos de Marina, mientras se empezaba la recogida de materiales para formar las colecciones del proyectado Museo.


La sustitución de Valdés al frente del Ministerio, la de José de Mazarredo en la Dirección General de la Armada y los acontecimientos políticos y militares por los que atravesó España en el primer tercio del siglo XIX, imposibilitaron la realización del proyecto. El material destinado a la biblioteca pasó a formar parte de la del Deposito Hidrográfico y los instrumentos científicos, que ya estaban en Cádiz, pasaron al Observatorio de Marina.

Muchos años después, en 1842, el subteniente de Infantería Ramón Trujillo Celari, destinado como oficial auxiliar en la Junta del Altamirantazgo, redactó un memorial para actualizar el decreto de Valdés. Este memorial fue informado favorablemente por Fernández de Navarrete, a la sazón Director del Depósito Hidrográfico, abandonando sin embargo la idea enciclopedista del siglo anterior de incluir una biblioteca de Marina, pues este aspecto lo cubría ya la del Depósito Hidrográfico.


El Museo Naval fue inaugurado provisionalmente el 19 de noviembre de 1843 por la reina Isabel II, en el Palacio o Casa de los Consejos, en la calle Mayor de Madrid, actualmente sede de la Región Militar Centro.


Ante el incremento de los fondos, a comienzos de 1845 se trasladaron las colecciones a un nuevo local, la Casa del Platero, situada en la calle Bailén, entre el Palacio Real y el desaparecido templo de Nuestra Señora de la Almudena. A causa de riesgo inminente de derrumbamiento del edificio, en 1853 se trasladó el Museo al Palacio de los Ministros, antigua casa de Godoy hasta 1807, junto al actual palacio del Senado, en la plaza de la Marina Española, reabriéndose al público el 27 de noviembre del citado año de 1853, con asistencia de la reina Isabel y los miembros del Gobierno, distribuyéndose ya, en esta ocasión, el primer catálogo de objetos del Museo.


En condiciones precarias, el Museo se reabrió de nuevo en octubre de 1932 en su sede actual del antiguo Ministerio de Marina, hoy Cuartel General de la Armada, ocupando el mismo lugar donde se haya hoy en día. El contralmirante Julio Guillen Tato, director desde 1933 a 1972, verdadero creador y alma del nuevo centro, le dio la forma y organización plasmadas en el catálogo-guía de 1934 que, con ligeras variaciones, se ha mantenido hasta 1993.


El origen de las colecciones del Museo es muy diverso, en gran parte debido a las aportaciones valiosísimas de la Casa Real, la antigua Secretaría de Marina, las extinguidas Compañías de Guardias Marinas, los Departamentos Navales de la Península y los apostaderos de Filipinas y Cuba, el Deposito Hidrográfico, el Real Observatorio de Marina de San Fernando y el Instituto Hidrográfico de Cádiz, así como a un sinfín de donativos particulares.


Las salas expositivas del Museo, ordenadas cronológicamente, contienen las colecciones de objetos Históricos de muy diversa índole custodiados por la Armada y que van desde los Siglos XV (época de Los Reyes Católicos) hasta la actualidad. Entre los objetos expuestos abundan los instrumentos náuticos de los siglos XV al XX, pinturas que representan navíos, combates navales, los retratos de reyes, navegantes y oficiales de la Armada más distinguidos de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, modelos de barcos, armas de diferentes épocas y procedencias, y bienes personales de marinos ilustres, así como la famosa carta de Juan de La Cosa.


Fotos: - Museo Naval.

Museo Naval


MUSEO NAVAL



El mar, gran balsa de agua en la que habitan numerosas criaturas, ¡quién fuera sirena para nadar por él!. Si nos paramos a pensar unos minutos nos daríamos cuenta, haciendo un repaso, que es de lo único que puede carecer Madrid, el resto de cosas que busquemos más cerca o más lejos de la urbe las tenemos, pero el mar es lo único que Madrid no posee aunque si cuenta con barcos y demás enseres y seres marinos.


No fue Raúl, personaje de uno de mis relatos, quien me impulsó a conocer este lugar, lo que me llevó a este rincón de Madrid fue el haber pasado por delante del Edificio de La Marina y ver a pocos metros en el Paseo del Prado, nº 5 un cartel que decía “Museo Naval de Madrid”. ¿Aquí tenemos barcos guardados? me pregunté. No tenemos puerto aunque nuestros buques y demás vehículos marítimos están repartidos por todas las costas españolas, supuse que habría restos antiguos allí guardados de nuestros marineros, a pesar de que Madrid se destaca por ser la principal ciudad donde se fabrican barcos de recreo, así que decidí entrar.


Tuve que visitarlo dos veces, pues el primer día que acudí era tarde pasaba la una del mediodía y creo recordar que a las dos cerraban y efectivamente cuando estaba visitando aún la primera sala una señora perteneciente al servicio de seguridad nos dijo que debíamos abandonar el edificio, lo que ocasionó las protestas del público asistente pues deberían haber cortado la entrada mucho antes y las numerosas reclamaciones que se pusieron posteriormente.


En mi segundo día me acerqué a visitarlo a primera hora de la mañana, sobre las diez y media que es cuando abren. Esta vez cogí un plano y fui siguiendo las indicaciones para realizar un correcto recorrido. En las distintas salas podemos ver armas, proyectiles, utensilios de los barcos, maquetas, trajes, cuadros, mapas cartográficos de viajes realizados, el camarote del Capitán, la sala de reuniones de mandos y restos de distintos naufragios. Las visitas podemos hacerlas libremente o guiadas aunque esta última comienza a las once y media de la mañana y tiene una duración aproximada de una hora y cuarto.


Aquel al que le interese el mundo del Ejercito, las armas y demás cosas que tengan que ver con este mundo, no deberían descartar este lugar. Personalmente a mí me llamó la atención la evolución que se ha seguido en el paso de los años de tener armas muy pesadas y barcos demasiado frágiles a convertirse en armas ligeras y barcos indestructibles pues hace un recorrido hasta nuestra época actual donde podemos encontrar buques que sirven en la actualidad a nuestra marina.


Para llegar aquí tenemos varias opciones: Cercanías (Estación de Recoletos), Metro (Banco de España, Línea 2) y EMT (diversos autobuses que nos dejan en la Plaza de Cibeles).


El horario de apertura del museo es de Martes a Domingo de 10,30 a 14 h. Los Lunes se encuentra cerrado por descanso.

Ingratos Recuerdos


INGRATOS RECUERDOS


La visita al Museo del Prado resultó extenuante para Alicia. Nunca había imaginado que aquello fuera tan enorme, suponía que sería un edificio grande pero no tanto. Habían estado tomando algo dentro de la propia cafetería – restaurante del Museo y cuando iban de regreso a casa ya por la tarde pasaron cerca de otros sitios característicos de Madrid: la Fuente de Neptuno, dos de los Hoteles más lujosos de la ciudad, Ritz y Palace, el Monumento a los Caídos en la Plaza de La Lealtad y finalmente la Fuente de Cibeles donde el Real Madrid realizaba sus celebraciones cuando ganaba las distintas copas de Fútbol según le comentó Toni, aficionado incansable de dicho equipo.


Al ir andando por el Paseo del Prado Alicia se fijó en una figura que sobresalía en una de las fachadas de la parte derecha de la calzada, era un barco realizado en hierro aparentemente que presidía una puerta con un ancla, al lado un edificio sobrio con bandera de España.


- Anda y aquello ¿que es?- preguntó curiosa.

- ¿El que?- preguntó Raúl girando la cabeza hacia donde la muchacha indicaba.

- Eso de ahí, ese edificio con aquel barco, el ancla y la bandera, ¿lo ves?.

- Ah sí, eso es el Museo Naval y el Edificio de Marina. Ahora esta cerrado, creo que los Lunes toman un descanso y sólo abren por las mañanas. Si quieres visitarlo podríamos venir otro día de esta semana. Hace años que no vengo, supongo que algo habrán cambiado, solía venir con mi padre cuando era pequeño, dentro están antiguos recuerdos de la marina española desde la época de los Reyes Católicos a la actualidad creo- respondió Raúl.

- Sí podemos venir un día de esta semana aunque no se si me gustará, no soy muy aficionada a las cosas que tienen que ver con actos bélicos o con los marineros después de mi mala experiencia con… - los ojos de Alicia se llenaron de lágrimas.

- ¿Experiencia con que o con quien? ¿Te ocurre algo? ¿Te sientes mal?- preguntaron los dos chicos al ver su reacción.

- No, no es nada, gracias muchachos, ¿nos vamos a casa? Estoy algo cansada.


Toni se despidió de ellos pues quería pasarse por casa de su hermana a ver a sus sobrinos, les comentó que probablemente se quedaría a cenar con ellos y si era muy tarde pasaría allí la noche, por la mañana temprano les llamaría para ver que habían organizado para ese día.


Cuando Raúl y Alicia llegaron a casa se tiraron en el sofá, ninguno podía moverse, decidieron que pedirían una pizza para cenar y verían alguna película de dvd, Raúl disponía de una amplia colección y no tenían ninguno mucho ánimo para salir de casa, dejarían la vida nocturna para conocerla el fin de semana.


- Tengo los pies destrozados, ha sido un día agotador pero gratificante a su vez, me lo he pasado muy bien con vosotros, sois unos chicos estupendos, me habéis acogido de una manera asombrosa, los madrileños sois muy amables y abiertos, ¿sois todos iguales?- comentó Alicia.

- Jajaja, no lo se, por el resto no te puedo hablar pero a Toni y a mí nos gusta ayudar, supongo que es lo que nos gustaría que hicieran con nosotros si estuviéramos en una situación similar a la tuya alguna vez. Me alegro de que te haya gustado, hay muchísimas cosas por ver y disfrutar de aquí, poco a poco te las iremos enseñando. Quería comentarte algo, aunque no quiero ser un entrometido, casi no sabemos nada de ti, cuéntame un poquito de donde vienes, donde vivías, en fin lo que tu creas oportuno que deba saber de ti. Sinceramente antes me has dejado preocupado, has estado a punto de llorar y quisiera saber el motivo- preguntó con cautela Raúl pues no quería que se asustara.

- A ver vayamos por partes. Tienes razón me habéis acogido aquí sin ningún tipo de explicación por mi parte y estáis en todo el derecho de querer conocer. Cuando me encontraste supongo que venía del mismo lugar que tú, de Valencia, vivía allí, en concreto de un pueblo cercano a Benidorm, supongo que lo conocerás al menos de oídas o de haber ido allí de vacaciones alguna vez. Llegue aquí para empezar desde cero, cogí el tren donde nos encontramos porque fue la primera opción que se me presentó y he venido para olvidar, ¿olvidar el que? te preguntaras, olvidar el pasado, olvidar a la gente excepto a mi familia que se quedó allí, mi vida anterior y emprender aquí una nueva, Por lo que veo no he empezado nada mal, he tenido suerte de conoceros – respondió seria.

- Alguna vez eso nos gustaría hacer a más de uno. Te admiro por ello, tienes mucho valor por haberte liado la manta a la cabeza y dejar todo atrás. Eres una mujer muy valiente. Pero ¿que es lo que provocó que te fueras? ¿Qué es lo que te ha impulsado? Valencia es una ciudad bonita, grande como Madrid, tiene que haber sido algo importante lo que te ha llevado a hacer tal acto.

- Es algo muy reciente, algo que todavía duele aquí – señalando su corazón- los hombres cuando queréis sois encantadores y otros guardan detrás de su piel de cordero un lobo. Deje todo por uno, por Sergio, un marinero que… - rompió a llorar.

- Hey, no, eso no. Para, no me cuentes más, ya me lo dirás en el momento que estés preparada y más serena y puedas ser capaz de hablar de lo que te ocurrió sin derramar una gota de tus ojos. Sólo te diré una cosa, ningún hombre se merece las lágrimas de una mujer, ninguno- la cogió Raúl entre sus brazos.


Estaba tiritando como un animal asustado cuando se ve acorralado, Raúl intentó calmarla en silencio, abrazándola, la había hecho rememorar ingratos recuerdos, sabía que algo pasaba y no había sido su intención hurgar en la herida pero tanto Toni como él en la tarde notaron que algo no debía marchar bien.


Cuando estuvo más serena, se separaron y ambos se quedaron mirándose a los ojos en silencio. Algo dentro de Raúl le impulsaba a besarla, hasta entonces no se había fijado en lo bella que era, su rostro enrojecido por el llanto la hacía parecerse a un ángel caído del cielo. Su corazón empezó a palpitar intensamente, no quería estropear el momento, ¿qué le estaba pasando?, apenas la conocía, ¿qué era aquello que sentía?.


Alicia por su parte la ocurría algo similar, había sentido una sensación extraña al encontrarse entre sus brazos, una calidez que hacía mucho no experimentaba. Quizás se estaba confundiendo, tenía falta de cariño, de atención y estos dos días había sido el centro de atención por parte de dos personas del sexo masculino al que ahora ella aborrecía, ¿sería distinto con Raúl?. No podía plantearse aquello ahora, debía preocuparse por adaptarse a su nuevo empleo y encontrar su sitio, más tarde el futuro y su destino proveerían el resto.


- Creo que es tarde, deberíamos irnos a dormir, mañana tenemos por delante un día de diversión absoluta como el de hoy, veremos cuando regrese Toni donde te llevamos esta vez aunque desde luego no será al Museo Naval, así que tranquila, ya tendrás tiempo de visitarlo en otra ocasión – sugirió Raúl intentando que la situación creada no fuera tan cortante.

- Si, estoy de acuerdo contigo, además estoy molida, creo que ya no aguantaría hoy mucho más. Que duermas bien- se despidió Alicia.

- Espera – interrumpió Raúl – ¿no me vas a dar mi beso de buenas noches?- dijo con cara picara.


Alicia se volvió sorprendida, pensaba que por la mente de Raúl estaba pasando la posibilidad de que el beso provocará una respuesta por su parte.


- Aquí tienes mimoso – dándole un beso en la mejilla- espero que no me hagas que vaya a ir arroparte a tu habitación como lo hacia tu madre cuando eras niño. Hasta mañana.

- Eso lo dejaremos para más adelante. Hasta mañana- dijo Raúl desilusionado pues su táctica no había funcionado, esperaba un beso en la comisura de los labios.


Autor: Raquel Sánchez.

Relatos Jamás Contados

viernes, 12 de septiembre de 2008

La Colección Real del Museo del Prado


LA COLECCIÓN REAL DEL MUSEO DEL PRADO


La mayoría de las obras maestras del Museo procede de la Monarquía Española. Estas obras fueron coleccionadas durante tres siglos por los Reyes de España para decorar sus palacios y casas de campo: el Alcázar, el Pardo, la Torre de la Parada, el Buen Retiro, La Granja de San Ildefonso, Aranjuez, así como los monasterios de Yuste y el Escorial. Son fruto de encargos directos a pintores, de regalos y de adquisiciones mediante sus embajadores y enviados a las distintas ventas y almonedas de colecciones privadas en toda Europa.


La Colección Real de pinturas se cimentó en tiempos de Felipe II. Los Reyes Católicos y monarcas anteriores ya encargaron y coleccionaron pinturas, pero éstas solían venderse cuando ellos fallecían. De la colección de Isabel la Católica subsiste la pequeña parte que donó a la Capilla Real de Granada; incluye una rara pintura de Botticelli.


Carlos I encargó mayormente retratos y obras religiosas con un fin práctico, sin ánimo de coleccionar. Fue su hijo Felipe II quien empezó a valorar la Colección Real como un tesoro a preservar, y la adscribió a la Corona como patrimonio indivisible. Tras una etapa no muy brillante con Felipe III, fue su hijo Felipe IV quien cambió el perfil de la colección, elevándola a categoría europea. Basta mencionar a Velázquez, a quien el rey dio empleo durante cuarenta años. Gracias al apoyo real, Velázquez disfrutó de estabilidad económica sin tener que renunciar a su peculiar estilo.


Carlos II, a pesar de su oscura fama, preservó la unidad de la colección; así, impidió que la gran Adoración de los Magos de Rubens fuese regalada por su esposa Mariana de Neoburgo a un noble extranjero. También trajo a Luca Giordano desde Nápoles para decorar el Monasterio de El Escorial, el Casón del Buen Retiro y otros palacios.


La nueva dinastía Borbón empezó con mal pie en España: reinando Felipe V, el Alcázar de Madrid ardió y se perdieron numerosas obras maestras. El desastre se palió con la construcción del actual Palacio de Oriente, y el Rey, junto con su esposa Isabel de Farnesio, sumó pinturas de Poussin y Murillo, así como la colección de escultura clásica de Cristina de Suecia.


Carlos III dio prioridad a la arquitectura en detrimento de la pintura, pero a él se debe la construcción del edificio del museo, así como la compra de La reina Artemisa de Rembrandt, único ejemplo de dicho artista. Su hijo Carlos IV, a pesar de su escasa habilidad política, es recordado como mecenas de Goya y porque durante un viaje a Italia adquirió el Retrato del Cardenal de Rafael.


Tras la etapa napoleónica, Fernando VII culminó un proyecto esbozado ya en tiempos de su padre: la fundación de un museo a la imagen del Louvre de París. Con el impulso de su esposa Isabel de Braganza, aportó dinero de su «bolsa personal», remozó el edificio proyectado por Carlos III e inauguró el Museo del Prado el 19 de noviembre de 1819.


El museo, con la denominación de Museo Real, se mantuvo como propiedad de los reyes hasta el destronamiento de Isabel II de España (1868). Ya anteriormente había eludido un gravísimo peligro, cuando se planteó, por cuestiones hereditarias, tasar la colección y dividirla entre la reina y su hermana. La fusión del Prado con el Museo de la Trinidad terminó por afianzar su nueva condición de Museo Nacional.


Fotos: - Museo Nacional del Prado.

Directores del Museo del Prado


DIRECTORES DEL MUSEO DEL PRADO



La dirección del Museo del Prado, desde su fundación al momento presente se desarrolla en tres grandes etapas:


  1. Los Grandes de España (Marqués de Santa Cruz, Príncipe de Anglona, Duque de Hijar), que asumieron labores administrativas ayudados para las cuestiones artísticas de Vicente López, primer pintor de Cámara de Fernando VII.

  2. Pintores de Corte, Académicos o Artistas de gran reputación que asumieron efectivamente el cargo, (José de Madrazo, Juan Antonio de Ribera, Federico de Madrazo, Antonio Gisbert, Francisco Sans Cabot, Vicente Palmaroli, Francisco Pradilla o José Villegas, entre otros).

  3. Profesionales del mundo del arte (Aureliano de Beruete y Moret, Francisco Javier Sánchez Cantón, Diego Angulo Íñiguez, Alfonso E. Pérez Sánchez, Xavier de Salas, Francisco Calvo Serraller, José María Luzón Nogué, Fernando Checa Cremades o el actual director, Miguel Zugaza Miranda).

El primer Director que tuvo el Museo fue Velázquez. Antes de que las colecciones reales se alojaran aquí, quien se encargaba, como aposentador del Rey y de Palacio, de ordenar y proponer los programas decorativos de presentación de las colecciones era Velázquez.


Fotos: - Museo Nacional del Prado.

Años de Precariedad para el Museo del Prado


AÑOS DE PRECARIEDAD PARA EL MUSEO DEL PRADO



Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vivió una situación de cierta precariedad, pues la transición de institución privada a pública requería muchas más atenciones por parte del Estado de las que se le brindaron. Las deficientes medidas de seguridad, con una parte del personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocaron la alarma de algunos entendidos. Es conocido el artículo de Mariano de Cavia que informaba de un (ficticio) incendio que había arrasado el Prado. Los madrileños se acercaron al lugar alarmados, y la falsa noticia ayudó a la adopción de algunas mejoras de urgencia.


Entre las reformas más importantes, por orden cronológico, cabe citar la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmonta la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y crea una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); en 1927, Fernando Arbós construyó dos pabellones en la parte posterior del edificio; hacia la mitad del siglo se llevó a cabo la reforma de Pedro de Muguruza, con una remodelación de la galería central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta; Chueca Goitia y Lorente realizaron a su vez ampliaciones en las salas (1956 y 1967). La incorporación del Casón del Buen Retiro, para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.


A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufría limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico disparó el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adaptó a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtraje y control del aire se instaló en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufrió ocasionales goteras y no sería renovado enteramente hasta los años 90.


En 1995, un acuerdo parlamentario suscrito por los dos principales partidos, PP y PSOE, puso al museo a salvo de los vaivenes políticos y proporcionó la calma necesaria para un proceso de modernización, que incluía cambios jurídicos además de la ampliación. Ésta, tras un controvertido concurso de ideas, fue adjudicada al arquitecto Rafael Moneo, ya bien conocido en estas lides por sus trabajos en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y el Museo Thyssen-Bornemisza.


Siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, en 2007 se ha culminado la mayor ampliación del Museo en sus casi doscientos años de historia. Esta ampliación no ha supuesto cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, centrándose en una ampliación hacia el claustro de los Jerónimos (el Cubo de Moneo) de forma que el museo cuente con una superficie nueva para actividades complementarias. La conexión entre ambos edificios se ha efectuado subterráneamente, aprovechando el desnivel entre los Jerónimos (calle Ruiz de Alarcón) y el Paseo del Prado. La ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial no tuvo lugar hasta medio año después, el 30 de octubre de 2007, con una selección de la colección de pintura española del siglo XIX, que había permanecido almacenada unos once años.


Hoy, más de doce años después, el nuevo edificio concebido por el arquitecto Rafael Moneo en torno al claustro de Los Jerónimos y vinculado de una forma espectacular e ingeniosa al edificio de Villanueva, abre definitivamente sus puertas y sus instalaciones al servicio de los visitantes.


Fotos: - Museo Nacional del Prado.


Historia del Museo Nacional del Prado


HISTORIA DEL MUSEO NACIONAL DEL PRADO


El Museo del Prado es una de las pinacotecas más importantes del mundo, y cuenta con una inigualable colección de pintura española, italiana y flamenca. Está situado en Madrid, en el conocido Paseo del Prado s/n. Podemos llegar a él en Metro (estaciones de Banco de España y Atocha), Autobuses (Líneas 9, 10, 14, 19, 27, 34, 37 y 45) y Tren (estación de Atocha). El Horario es: De 9.00h a 20.00h: De martes a domingos y festivos; todos los lunes cerrado (incluidos los lunes que sean festivos). El acceso se interrumpe 30 minutos antes del cierre. El desalojo de las salas comienza 10 minutos antes del cierre.


Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía, forma el Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. Esta área se enriquece con otras instituciones cercanas: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Naval, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros pequeños museos.


El edificio que alberga el Museo fue concebido inicialmente por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca y valido del rey Carlos III, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico para la reurbanización del llamado Salón del Prado. Con este fin, Carlos III contó con uno de sus arquitectos predilectos, Juan de Villanueva, autor también del cercano Jardín Botánico.


El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786. Supuso la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartó un tanto del diseño inicial.


Las obras de construcción se desarrollaron durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de que el edificio quedó prácticamente finalizado a principios del siglo XIX. Pero la llegada de las tropas francesas a España y la Guerra de la Independencia dejaron su huella en él; se destinó a fines militares (Cuartel de caballería) y cayó en un estado casi de ruina total. Las planchas de plomo de los tejados fueron fundidas para la fabricación de balas. Sólo gracias al interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, de su segunda esposa Isabel de Braganza, se inició, a partir de 1818, la recuperación del edificio, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido a su muerte por su discípulo Antonio López Aguado.


El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primer nombre que recibió), que mostraba algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. Fallecida la reina meses antes, en reconocimiento de su labor se bautizaría con su nombre al salón ovalado (actual Sala 12, de Velázquez) que en aquel entonces tenía un balconaje desde el cual se podía observar la galería de escultura de la planta baja (luego convertida en salón de actos y actual Sala de las Musas). En este comienzo el museo contaba con 311 cuadros expuestos en tres salas, aunque almacenaba muchos más.


En años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836). Dicho museo se fusionó con el Prado en 1872.


Tras el destronamiento de la reina Isabel II de España en 1868, el Museo Real había pasado a ser Nacional, medida ya irreversible al fusionarse con el de la Trinidad. Después se fueron integrando en él otras instituciones, entre la que destaca especialmente la llegada de la sección del siglo XIX del Museo Nacional de Arte Moderno en 1971 —cuya sección del siglo XX se integra hoy en el Museo Reina Sofía—. La incorporación de las colecciones del Museo de Arte Moderno, trajeron aparejado, además, el ingreso de las colecciones de otros museos más, por entonces también desaparecidos: El Museo de Ultramar y el Museo Iconográfico, que obligarían a la institución a incrementar su política de difusión de fondos, mediante la creación de depósitos estables de obras de arte en otras instituciones publicas y privadas, dentro y fuera de la Península.


Fotos: - Museo Nacional del Prado.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Paseo del Prado

PASEO DEL PRADO

Se llamó Prado porque conducía desde el interior de la ciudad hasta el Prado de San Jerónimo, hoy actual Paseo del Prado.

El actual Paseo del Prado ha recibido varios nombres a lo largo de los años para diferenciar los distintos tramos que lo conforman.

Cuando Carlos III mandó nivelar el terreno, el paseo se dividió en tres trozos: Prado de Atocha (entre la Plaza del Emperador Carlos V y la Fuente de Neptuno), denominado así porque comenzaba junto a la Puerta de Atocha; Prado de San Jerónimo o de Los Jerónimos (entre las Fuentes de Neptuno y Apolo) porque estaba enfrente del Convento de San Jerónimo y Prado de San Fermín (entre las Fuentes de Apolo y Cibeles) por la Iglesia de San Fermín de Los Navarros, derribada para la construcción del Banco de España.

A mediados del siglo XIX, la acera de las casas construidas entre la Glorieta de Atocha y la Fuente de Neptuno recibió el nombre de calle de Trajineros y el tramo entre Neptuno y Cibeles se denominó Salón del Prado.

Todo el paseo se ha llamado también Prado Viejo para diferenciarlo del Prado Nuevo, que eran la actual Cuesta de San Vicente y el Paseo de Recoletos.



Museo Nacional del Prado

MUSEO NACIONAL DEL PRADO

Esa semana con motivo de la inauguración de la ampliación del Museo la entrada sería gratuita, con lo que aproveché para ir a visitarlo, así podría ver, aunque ya lo conocía, las salas antiguas del Edificio Villanueva.

Como era día festivo (1 de Noviembre de 2007) supuse que acudiría mucha gente, aún así decidí no madrugar mucho pues quería descansar y aprovechar que no tenía que ir a trabajar para levantarme más tarde que de costumbre.

Alrededor de las nueve y cuarto llegué a las inmediaciones de la Puerta de Velázquez, aún no se había formado una cola excesiva de público, cosa que me sorprendió esperaba más gente. Eso mismo no pude decir pasados unos minutos, las tres puertas con las que cuenta el Museo tenían hileras que se extendían a lo largo del Paseo y del Edificio.

Mientras nos encontrábamos esperando una azafata perteneciente al personal del Prado salió a lo largo de las filas repartiendo documentación sobre el acto de inauguración y el lugar que íbamos a visitar. A las diez llegó mi turno, estaba dentro, después de haber pasado por los tornos de seguridad era libre de pasear por donde yo quisiera.

Primero visité la zona nueva donde pude ver distintos grabados de Goya y cuadros de otra serie de pintores pero lo que mas destaco de esa zona es el claustro de Los Jerónimos que está incluido en una de las salas del Museo donde han sido trasladas las piedras que lo forman de una en una, creo recordar que son más de 3.000, esa sala además contiene esculturas de distintos reyes en todo su contorno y en la parte central un hueco desde donde se pueden ver las plantas bajas del edificio, aquí pregunté a una persona de seguridad si podía tomar fotos a lo que muy amablemente me dijo que no estaba permitido para no dañar con los reflejos del flash de las cámaras algo con tanta historia.

De allí pasé a la parte antigua que completa todo el conjunto. Observé cuadros de Velázquez (La Rendición de Breda o Las Lanzas), Rubens, Tiziano, Boticeli, Murillo…. Y cuando me dispuse a marcharme me encontré con un antiguo conocido de la familia que para mi sorpresa trabaja en el Museo.

He de decir que acabé con los pies destrozados y doloridos de tanto caminar y doy el consejo a quien quiera escucharlo que es imposible recorrerse el Prado en un solo día.



Próxima Parada: Vida Nueva

PRÓXIMA PARADA: VIDA NUEVA

Alicia se sentía reconfortada, sin la ayuda de Raúl y de Toni no sabía que hubiera sido de su vida desde su llegada a Madrid. No esperaba encontrar gente tan hospitalaria nada más poner pié en tierra. Se notaba que estaba un poco desconfiada al principio pero a medida que iban pasando las horas y aquellos chicos, que rondarían su misma edad, iban haciéndose conocer poco a poco su miedo se fue perdiendo.

La tarde del Domingo se pasó rápida entre colocar la poca ropa que traía consigo y adaptar el cuarto a su estilo, le daría un toque femenino, mañana cuando saliera con Raúl si pasaba por alguna floristería compraría alguna maceta para ponerla en el alfeizar de la ventana. Tenía unas bonitas vistas desde allí, se veían unos jardines próximos y unos cuantos edificios que debían de ser muy antiguos por el tipo de estructura y decoración que poseían.

- ¿Se puede?- se escuchó una voz detrás de la puerta.

- Adelante- respondió Alicia.

- No quería molestarte, esta la cena lista ya, supongo que tendrás hambre, no has comido nada desde que llegaste y hoy me ha tocado a mí preparar algo, te contaré un secreto pero no se lo digas a Raúl: yo cocino mejor que él, jajá jajá- era Toni.

- Jajajajaja, de mi boca no saldrá tu comentario y si mi estomago ya empezaba a quejarse, tenéis que explicarme como os organizáis y cuanto tendré que aportar yo si voy a ser una más aquí.

- Ahora en la mesa hablaremos del tema, no tardes mucho que se enfría.

Al llegar al salón ya estaban los dos compañeros esperándola charlando animadamente con una música ambiental sonando en la cadena que había sobre el mueble principal. La mesa estaba presentada de forma impecable y los alimentos que había sobre ella tenían una presencia exquisita. Toni había preparado carne para cenar, ensalada y un postre de chocolate que parecía un pastel helado.

- Bienvenida, esto se merece un buen brindis, no todos los días dos chicos como nosotros podemos encontrar una compañera tan simpática y hermosa al mismo tiempo. Espero que salga de todo esto una bonita convivencia entre los tres y permanezcas con nosotros mucho tiempo- abrió Raúl una botella de buen vino tinto mientras soltaba estas palabras de acogida cuando Alicia se sentó en la mesa.

- Estoy totalmente de acuerdo contigo Raúl, deseo que tengas buena suerte en tu nuevo comienzo y aquí tienes otro amigo que al igual que hizo este personaje cuando te encontró te ayudará en lo que esté en su mano- añadió Toni.

- Gracias chicos, me vais a hacer llorar, yo también espero que nos llevemos bien y tenga la oportunidad de conoceros más y acoplarme bien a mi nueva situación.

Durante la cena ambos la explicaron que cada uno aportaba unos 300 € mensuales para afrontar el mantenimiento de la casa (luz, agua, calefacción, garaje, artículos de limpieza…) y comprar comida para todos, habían convenido ahora que se había unido ella seguir optando por poner la misma cantidad ya que ahora serían tres y los gastos serían mayores. La comentaron que cada uno se encargaba de la limpieza particular de la habitación que tuviera en uso y las zonas comunes (baño, salón, cocina, pasillos y terraza) las hacían entre todos. También dijeron que habían fijado ciertas normas para que aquello resultara: los cuartos eran privados, no se podían acceder a ellos sin permiso de los ocupantes aunque no estuvieran; no se podrían celebrar fiestas a no ser que estuvieran de acuerdo los tres; la vida íntima de cada uno era eso, vida íntima, es decir, podrían traer a parejas, amigas o amigos en este caso siempre que quisieran, eso si sin que molestaran al resto de habitantes de la vivienda y el resto de percances o situaciones que fueran surgiendo los irían resolviendo según se produjeran. A Alicia le parecían bien todas aquellas medidas.

- Mañana iremos a la oficina contigo, hablaremos con Javier, nuestro jefe, para ver si podemos conseguirte un trabajo en nuestra empresa, en los muchos departamentos que tiene y pediremos unos días libres para poderte enseñar la ciudad y no dejarte sola los primeros días- le explicó Raúl mientras Toni asentía.

- Os estáis tomando demasiadas molestias conmigo, en serio no hace falta que pidáis días libres si no queréis, intentaré arreglármelas sola, creo que sabré defenderme, no tiene que ser tan difícil conocer este sitio, por cierto ¿a que se dedica vuestra empresa?- intento excusarse Alicia.

- No es molestia, necesitamos unos días de descanso, hubieras llegado tu o no lo íbamos a hacer para ir entrevistando a gente para ocupar tu habitación pero nos has caído del cielo y ahora con mayor motivo los cogeremos para descansar y ayudarte. No es difícil conocer Madrid, aunque nosotros con lo grande que es tampoco la conocemos entera, así aprovechamos y hacemos algo de turismo que nunca tenemos ocasión por el trabajo- respondió Toni.

- Nuestra empresa se dedica a las Telecomunicaciones, nosotros trabajamos en el Departamento de Informática, así que si algún día necesitas consejo sobre ordenadores o Tecnología ya sabes donde acudir. Y ahora vamonos a dormir que mañana hay que madrugar- interrumpió Raúl.

Al día siguiente, Toni y Raúl consiguieron que Javier entrevistase a Alicia y la dieran un puesto como Recepcionista. Estaría en la entrada recibiendo a los clientes y a los trabajadores de allí junto con Paula, una buena chica que llevaba años trabajando allí, seguro que harían buenas migas y así Alicia tendría una amiga más aparte de ellos dos. No descartaban tampoco la idea de que también se uniera Alicia a su grupo de amigos, el próximo fin de semana se la presentarían al resto cuando se fueran al cumpleaños de Pablo.

- Ale vamonos, asunto solucionado, empezamos los tres el Lunes de la semana que viene a trabajar, tenemos toda una semana para divertirnos contigo, así que vamos a empezar por uno de los sitios más nombrados de Madrid: el Museo del Prado. ¡Espero que te guste el Arte! – dijo Toni.

- Si, si me gusta, de hecho estudié en mi adolescencia en el instituto Historia del Arte y siempre quise venir un día aunque fuera a conocerlo en vivo no sólo por lo que había leído u oído hablar de él- con entusiasmo contestó Alicia.

- No perdamos más tiempo pues, ¿a que estáis esperando?, luego te llevaremos de tapeo, cosa típica de aquí que supongo que sabrás y después te vamos a invitar a comer en alguno de los fabulosos restaurantes que tenemos por estos lares, vamos tortugas, que sois más lentos…jajajajaja- les achuchaba Raúl.

- Ya vamos impaciente, jajajajaja- decían riendo Toni y Alicia.

Autor: Raquel Sánchez.

Relatos Jamás Contados