sábado, 25 de octubre de 2008

Hoteles de lujo y Fuentes mitológicas

HOTELES DE LUJO Y FUENTES MITOLÓGICAS


¿Quién no ha imaginado alguna vez pasar una noche de ensueño en un hotel lujoso donde con un simple gesto de la mano tuviéramos todo a nuestro servicio? O ¿Ser un personaje poderoso, un Dios, por ejemplo, que pueda manejar el mundo a su antojo?.

Eso podríamos pensar al pasear por el Paseo del Prado y encontrarnos con dos de los Hoteles más lujosos de Madrid, el Hotel Palace y el Hotel Ritz, entre otros, u observando las Fuentes de Neptuno y de Cibeles.


Aunque casi la mayoría hemos ido alguna vez a hoteles para pasar cortas estancias de vacaciones, no todos cuentan con los mismos servicios e instalaciones que estos dos mencionados anteriormente. Son dos edificios destacados entre la gente con posibilidades y elegidos por numerosos artistas para pasar sus noches cuando vienen a realizar conciertos o estrenos de películas, incluso presentaciones de libros de importantes escritores así como conferencias de personajes ilustres.


Lo mismo sucede con estas fuentes, son piezas indiscutibles de postal características de Madrid e inmortalizadas en las imágenes tomadas por todo tipo de turista que viene a visitar la ciudad.


¿Cuántas personas han pasado por sus alrededores y no se han parado a fotografiarlos?. En mi humilde opinión creo que ninguna.

Evocando a los Dioses

EVOCANDO A LOS DIOSES



Era una dura tarde en los talleres de Don Juan Pascual de Mena. Eran más allá de las siete, y Benito Ulla era el único ser vivo en el gran edificio lleno de humanos y animales de mármol, sin más alma que la que el propio Juan Pascual, antiguo Director General de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ya retirado desde hace varios años.


Corría el invierno del año 1783, y el tiempo se había demostrado especialmente inclemente en los últimos días. Benito simbolizaba una de las más recientes incorporaciones al grupo de escultores de Mena, aunque él no era precisamente un joven aprendiz, sino que ya llevaba quince años de experiencia a sus espaldas, en talleres menores de Toledo y Alcalá de Henares.


Ese día había nevado copiosamente en la capital de España y solo Benito, que era el que más cerca vivía de la ubicación de los talleres, había conseguido llegar hasta allí. Llevaba solo todo el día, y pensaba que más le valdría no haber ido esa mañana al taller, pero ya estaban retrasándose mucho con el encargo que los propios asistentes personales del monarca Carlos III les habían mandado elaborar, una fuente con la efigie del dios romano Neptuno, diseñada por el propio maestro arquitecto Ventura Rodríguez.


Se suponía que esta estatua tendría que haber estado en el Salón del Prado el pasado año, coincidiendo con la colocación de la fuente de la diosa Cibeles que Francisco Gutiérrez había cincelado el pasado año, pero seguramente hasta el 84 no podría estar situada en el emplazamiento indicado, frente a su compatriota y sus leones.


Pues allí se encontraba Benito iluminándose con un pequeño candil y llegando a la triste conclusión de que no iba a tener mucho más tiempo de trabajo en ese día. Casi a oscuras remataba el hocico de uno de los caballos marinos, mientras se preguntaba de que retorcida imaginación salían ese tipo de criaturas, puesto que él nunca había oído hablar de caballos con la parte posterior como si fuera la de un pez. Quizá en otros lugares, en las lejanas Filipinas, habían visto a semejantes criaturas, porque Benito en su inocencia no creía posible que nadie pudiera inventar algo tan extraño sin haberlo visto antes.


Estando allí solo todo el día, y realizando ahora mismo una tarea bastante rutinaria, poco le costaba hacer volar su mente a los dilemas que le producían ese tipo de cuestiones. ¿Por qué no usar peces, o delfines como en las fuentes de Paris? De todos modos, ¿para qué necesitaría el dios romano de las aguas un carro tirado por caballos? Las propias aguas podrían llevarlo hacia donde él quisiera, o podría ir encima de algún animal acuático, sobre una gran tortuga o algo parecido.


Además, desde el principio este encargo le dejaba perplejo. Bueno, no solo este, sino todos los del Salón del Prado. ¿Por qué tenían que reverenciar a Neptuno, o incluso a Cibeles, cuya existencia desconocía hasta el mismo momento que se enteró de la construcción de su fuente? Los españoles eran católicos cristianos desde siempre, no entendía porque no se les dedicaban esas fuentes a los santos o a los apóstoles... Vale que quisiéramos parecernos a los franceses, pero todo tiene un límite. Si ellos no querían reverenciar a los ángeles y a los santos allá ellos, pero los españoles se jactaban de ser los más devotos cristianos de Europa, con permiso del Vaticano, y no terminaba de entender este tipo de encargos. A él le gustaban más las imágenes religiosas, como el San Juan Bautista que su propio maestro esculpió para la iglesia de San Fermín de los Navarros.


Sumido en sus pensamientos, terminó casi sin darse cuenta de dar forma al equino hocico que le había llevado casi toda la tarde. Alzó el candil sobre su cabeza y contempló la pieza completa. Allí vio el rostro de Neptuno, sin ojos definidos, mirando hacia un lado, con los cabellos mecidos por el viento. Formaba una estampa regia, pese a estar casi desnudo, y Benito terminó por admitir que las figuras de la antigüedad también tenían una magnífica estampa.


Para cuando el reloj de la iglesia cercana dio las siete y media, Benito ya estaba despojándose de su mandil y abrigándose todo lo posible, con la manta de viaje sobre su chaquetón y calándose la gorra. Ahí fuera, en la oscuridad, haría un frío realmente intolerable.


Autor: Marcelino Andrade.

Relatos Jamás Contados

Exposición del 2 de Mayo de 1808 (Guerra de la Independencia) en el Centro Cultural de La Villa y La Biblioteca Nacional


EXPOSICIÓN DEL 2 DE MAYO DE 1808 (GUERRA DE LA INDEPENDENCIA) EN EL CENTRO CULTURAL DE LA VILLA Y LA BIBLIOTECA NACIONAL

Con motivo del Bicentenario de La Guerra de La Independencia la Comunidad de Madrid ha realizado diversos actos para celebrar el triunfo sobre las tropas francesas en la capital.

Por ello el Ayuntamiento realizó en estos días varias exposiciones, algunas de ellas situadas en el Centro Cultural de La Villa de Madrid, lugar próximo al Teatro Fernán Gómez, en la Plaza de Colón, otra en La Biblioteca Nacional, una tercera en el Canal de Isabel II y por último otra en Conde Duque.

En todas estas exposiciones se muestran cuadros realizados por Goya, en los que inmortalizaba los acontecimientos ocurridos en aquellos años, así como el vestuario de las tropas implicadas en el enfrentamiento, armamento militar y diversos documentos y videos que testimonian el levantamiento.

Este fervor de lucha que impulsó al pueblo madrileño a amotinarse, y no al Estado de aquel entonces, hay que debérselo a el alcalde de Mostotes que fue el encargado de hacer llegar bandos a todos los ciudadanos para levantarse contra los franceses que en un principio habían asegurado que únicamente querían pasar a través de España para la conquista de Portugal dejando detrás de sí su verdadero objetivo escondido que era apoderarse del Trono Real Español para entregárselo al hermano de Napoleón, José Bonaparte, apodado por los madrileños como “Pepe Botella”. Esto hizo que ese día, el 2 de mayo de 1808, el pueblo madrileño al ver que querían sacar a la Familia Real que estaba en Palacio para llevársela a Francia se concentrara en este lugar y al grito de ¡Que nos lo llevan! penetrará en las instalaciones y comenzara la lucha callejera con un triunfo histórico que se recuerda año tras año a pesar de los fusilamientos y pérdidas sufridas por tal acto.

A tal efecto se erigieron numerosos monumentos para recuerdo de las generaciones venideras como el mencionado anteriormente.

Fotos: - Exposición del 2 de Mayo de 1808 (Guerra de La Independencia).



jueves, 9 de octubre de 2008

Historia del Monumento a Los Caídos



HISTORIA DEL MONUMENTO A LOS CAÍDOS



El Monumento a los Caídos por España, llamado antes de 1985 Obelisco o Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, está situado en la Plaza de la Lealtad, junto al Paseo del Prado, en el mismo sitio donde el 2 de mayo de 1808, las tropas francesas al mando del general Murat fusilaron a numerosos madrileños después del Levantamiento. Fue construido en tiempos de Isabel II.


Acabada la Guerra de la Independencia, las Cortes de 1814 quisieron rendir un homenaje a todas aquellas víctimas, construyendo un monumento en su memoria. Sin embargo, con la vuelta de Fernando VII esta iniciativa quedó paralizada, y no fue hasta el 21 de abril de 1821, durante el Trienio liberal, tras varios intentos de crear un monumento en homenaje a todos los luchadores anónimos muertos en aquellos dos días, cuando se coloca la primera piedra del mismo. Las obras fueron realizadas por el arquitecto Isidro González Velázquez, ganador del primer premio de un concurso de proyectos que se había convocado para tal efecto en 1820 y resuelto al año siguiente para su materialización. De nuevo, con la restauración del absolutismo la construcción volvió a quedar paralizada hasta que en 1836 el Ayuntamiento decidió continuar la obra, quedando terminada el Dos de Mayo de 1840. Celebrándose finalmente la inauguración el 2 de mayo de 1840, coincidiendo con la efeméride del acontecimiento. El 22 de noviembre de 1985, el rey Juan Carlos I reinauguró de nuevo el monumento, pasando a dedicarse a todos los caídos por España, en cuya memoria se colocó una llama que arde permanentemente. Se homologaba así a los numerosos memoriales levantados en todo el mundo con carácter de símbolo nacional y que toman frecuentemente el nombre de Tumba del soldado desconocido.


El monumento esta compuesto por cuatro cuerpos. En la parte del zócalo se eleva un sarcófago con un medallón en bajo relieve que representa los bustos de los capitanes Luís Daoiz y Pedro Velarde, artífices de la sublevación contra los franceses en el cuartel de artillería de Monteleón situado entorno a la actual plaza del Dos de Mayo. También hay una urna que contiene las cenizas de los madrileños fusilados el 3 de Mayo. La llama siempre encendida por el aceite o el gas fabricado para tal efecto lo corona. Sobre este zócalo se colocó un obelisco de piedra de 46 metros de altura. En los cuatro frentes se colocaron estatuas que fueron realizadas en piedra de Colmenar con arreglo a los modelos que en 1823 hizo el escultor Esteban de Ágreda, y que representan a la Constancia -realizada por Francisco Elías-, el Valor –de José Tomás-, la Virtud –de Sabino Medina- y el Patriotismo –de Francisco Pérez-.


Fotos: - Monumento a Los Caídos (Plaza de La Lealtad).

Plaza de La Lealtad


PLAZA DE LA LEALTAD


Entre el Paseo del Prado y la Calle de La Lealtad, en este lugar fueron fusilados muchos madrileños el 3 de mayo de 1808, por lo que fue conocido como el Campo de la Lealtad de donde tomó su nombre la Plaza que se construyó posteriormente.

Monumento a Los Caídos Plaza de La Lealtad


MONUMENTO A LOS CAÍDOS (PLAZA DE LA LEALTAD)



Resulta curioso e increíble que la llama siempre este ardiendo, ni el viento, ni la lluvia ni ninguna inclemencia del tiempo la apaga. Eso fue lo que pensé cuando me encontré delante del conjunto escultórico que se construyó para conmemorar a los caídos en Madrid en el Levantamiento contra las tropas napoleónicas. ¿Que será lo que la haga mantenerse siempre intacta y luciendo?.


Esculturas preciosas enmarcan la piedra que lo corona. Encuadrado en una zona privilegiada no es indiferente al gentío que pasa en torno a sus cercanías. Raro es la persona que no se pare a observarlo con detenimiento y leer las placas que explican su colocación en aquel lugar.


Dios tenga en su Gloria a aquellos Héroes y descansen en Paz las cenizas que en él se haya.

Almas del Pasado

ALMAS DEL PASADO



Lleva allí casi dos siglos, y ya casi nadie repara en ella. No le da importancia, ella sigue brillando cuando la ocasión lo requiere y continúa cumpliendo con la función que le fue encomendada. Compañera, amiga, símbolo de aquellos que tan injustamente nos fueron arrebatados.


Se siente orgullosa de estar allí, iluminando con su sola presencia un lugar emblemático de Madrid, aunque tristemente menos conocida que otras plazas de esas que salen más en las postales de la ciudad; ella cree que eso se debe a que su plaza está tapada por la sombra de los árboles y los edificios, mientras que aquellas más afortunadas mostraban al aire libre todo su esplendor. Aun así, ha visto como se inclinaban ante ella personajes de la más alta importancia en la sociedad española, todo tipo de jefes de estado y militares de alto rango.


Tiene en muy alta estima a aquellos que desvían su vista de esos edificios brillantes y presuntuosos del Paseo del Prado para prestarle atención en tiempos de paz, en esos días que no es reverenciada. Le gusta que le saquen fotos y que estas hagan justicia a la grandeza del lugar en el que ella pasa día y noche, sin dormir ni descansar salvo contados días al año.


No le hace ninguna gracia el carácter político que la otorgan a ella y al obelisco a sus espaldas. Ella piensa en sí misma como un icono de carácter apatrida y de una significación universal. Pero no protestará al respecto. Primero, porque aun siendo pasional no es amiga de montar escándalos. Y segundo, porque por mucho que protestara no cree que la hicieran mucho caso. Al fin y al cabo, es solo una llama.


Por ello sigue en su sitio, en su negro pebetero. Alimentada por un prácticamente eterno suministro de gas, aunque se ve apagada de vez en cuando, que no extinguida. Durante esos momentos en los que no existe se siente en una profunda paz, pero a la vez se sabe vacía por dentro, la función por la que fue invocada en un primer momento es lo más importante para ella, y por eso sigue existiendo.


Aquellos que han caído por Madrid y por España desde tiempos inmemoriales merecen que se les dediquen los más numerosos monumentos posibles. Héroes anónimos que defendieron las vidas de compatriotas a los que ni siquiera conocían, pero por los que dieron gustosos vida y futuro.


Es por ellos que la llama seguirá iluminando el gris obelisco mientras que las buenas autoridades de Madrid sigan suministrándole alimento y cariño. Es por ellos que el Monumento a los Caídos de la Plaza de la Lealtad de Madrid seguirá recordando a los españoles el heroísmo de sus héroes, y a la vez el horror y la insensatez de la guerra.


Y así seguirá siendo, un magnífico símbolo del honor y la crueldad, de la ironía del ser humano.



Autor: Marcelino Andrade.

sábado, 4 de octubre de 2008

Primer Aniversario (5 - Octubre - 2008)


Primer Aniversario

Un paseo por Madrid esta de Fiesta esta semana. Hoy, Domingo 5 de Octubre de 2008, se cumple un año desde que escribí mis primeras letras.

Quisiera daros las gracias a todos los lectores por el seguimiento que he tenido, las palabras de ánimo y elogios que muchos de vosotros me habeis dirigido de una manera u otra. Así mismo me comprometo con vosotros, mis fieles amigos, a continuar con la labor que un día emprendí y si cabe, a dar una mayor calidad a mis narraciones sobre esta gran ciudad que es Madrid y a aquellos devotos de mis relatos seguir enganchandoos con ellos.

Para terminar esta breve entrada, reitero mi agradecimiento y mi ilusión con poder celebrar mas años juntos. Gracias y hasta pronto.

Arwen.