miércoles, 25 de febrero de 2009

Segundo Palacio de los Deportes



SEGUNDO PALACIO DE LOS DEPORTES


Tras el incendio, la Comunidad de Madrid decidió construir un nuevo edificio en el mismo lugar. Fue proyectado por los arquitectos Enrique Hermoso y Paloma Huidobro. Su construcción se inició el 20 de febrero de 2002 con un presupuesto de 124 millones de euros. Se aprovechó del anterior edificio parte de la estructura, en concreto las fachadas de la Plaza de Salvador Dalí y avenida de Felipe II así como la parte posterior de la calle Fuente del Berro.

Fue inaugurado el 16 de febrero de 2005 por el Alcalde Alberto Ruiz Gallardón y la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Tiene una capacidad de 16.000 espectadores.


Primer Palacio de los Deportes



PRIMER PALACIO DE LOS DEPORTES


El proyecto del Palacio de los Deportes consistía en un edificio circular de 115 metros de diámetro, construido en hormigón armado y con cubierta metálica. La obra costó 56 millones de pesetas.

El aforo original iba de los 10.000 a los 16.000 espectadores dependiendo de la configuración de grada y de las actividades que se desarrollaran en su interior. Así, por ejemplo, para pruebas de ciclismo el aforo era de 10.609 y para combates de boxeo de 16.137.

El Palacio fue inaugurado en 1960. En 1969 fue ampliado con pistas de baloncesto, ciclismo, hockey y atletismo. En 1985 la titularidad del Palacio fue transferida a la Comunidad de Madrid, que emprendió una reforma integral del edificio.

Durante los 41 años de vida de este primer Palacio de los Deportes se dieron cita en su interior un sinnúmero de competiciones deportivas de baloncesto, atletismo, boxeo, balonmano, artes marciales, ciclismo y gimnasia, así como de hípica, patinaje, hockey y hasta trial. Fue sede del Real Madrid de 1986 hasta 1998 y del Estudiantes de 1987 hasta el incendio.

El 28 de junio de 2001 el palacio sufrió un incendio y quedó en estado de ruina.


Palacio de los Deportes: Antecedentes


PALACIO DE LOS DEPORTES: ANTECEDENTES


Hasta finales del siglo XIX el área donde se encuentra el Palacio de los Deportes era una zona de huertas en el perímetro de la ciudad, en la continuación de la calle Goya, al borde del ensanche que se había realizado a instancias del Marqués de Salamanca. En 1872 el entonces Alcalde de Madrid, el Conde de Toreno, colocó la primera piedra de una nueva plaza de toros, ya que la anterior, ubicada junto a la Puerta de Alcalá, había sido derribada para la construcción del nuevo barrio. Dos años después, el 4 de septiembre de 1874 fue inaugurada la plaza que era de estilo neomudéjar y había sido proyectada por los arquitectos Lorenzo Álvarez Capra y Emilio Rodríguez Ayuso.

Debido al aumento de población de la ciudad y a la gran afición por la tauromaquia existente en Madrid, la plaza se quedó pequeña y en 1931 fue inaugurado un nuevo coso, el Monumental de Las Ventas junto al arroyo Abroñigal. Durante tres años la nueva plaza estuvo prácticamente sin uso, por lo que se siguieron celebrando corridas en la antigua. La última tuvo lugar el 14 de octubre de 1934. Una semana después, el 21 de octubre, se inauguró formalmente la plaza de Las Ventas. La plaza de la calle Goya, antecedente del Palacio de los Deportes fue derribada unos días después.


El solar quedó vacío durante años dado el estado de penuria en el que se encontraba el país tras la Guerra Civil y los años de posguerra. Finalmente, en 1952, el Alcalde José María Gutiérrez del Castillo promovió la construcción de un pabellón deportivo como el que ya existía en otras capitales europeas. En 1953 se convocó un concurso para la realización del palacio. En 1956 la Delegación Nacional de Deportes, se decantó por el proyecto de los arquitectos José Soteras y Lorenzo García Barbón, autores del Palacio de los Deportes de Barcelona, inaugurado un año antes para servir de sede a los Juegos Mediterráneos que se celebraron en la ciudad condal.

Fotos: - Palacio de Los Deportes .

jueves, 19 de febrero de 2009

Plaza de Toros de Goya o de Madrid


PLAZA DE TOROS DE GOYA O DE MADRID


A comienzos de la década de 1870, la plaza de Toros de Madrid seguía siendo el viejo edificio que construyó Fernando VI en 1749, y que estuvo situado en las proximidades de la Puerta de Alcalá, entre las actuales calles Lagasca, Claudio Coello, Conde de Aranda y Columela.

Estando así las cosas, en 1873 se decidió sustituir esta plaza por un nuevo coso más moderno y capaz que el anterior y que fue construido sobre unos terrenos adquiridos para tal efecto en la Fuente del Berro.

La obra de la nueva plaza se encargó a los arquitectos Emilio Rodríguez Ayuso y Lorenzo Álvarez Capra, quienes realizaron una magnífica plaza en estilo mudéjar con un ruedo de 60 metros de diámetro y un aforo para 14.867 espectadores, incluidas las localidades de favor: Palco Regio, Presidencia, Diputación y Música.

Tras darse la última corrida en la antigua plaza el 19 de julio de 1874, el 4 septiembre de ese mismo año se inauguró la nueva, y en su andadura fue testigo de una de las épocas más brillantes del toreo en Madrid.

Demolida en 1934 tras la construcción de la Monumental de las Ventas, su lugar lo ocupa hoy el Palacio de los Deportes.

Relevo Generacional


RELEVO GENERACIONAL

Llegó a Barajas desde el aeropuerto de Heathrow sobre las 13:20 hora española.

Le dio mucha rabia llegar tan tarde, al fin y al cabo no le quedaba demasiado tiempo. Mañana a las 10:00 tenía que coger otro vuelo hacia Sevilla, y eso le dejaba solo unas horas para volver a reencontrarse con la ciudad que le había acogido hacía tanto tiempo. Y a su edad, su ritmo no era el de antaño.

Poco podría entonces visitar de Madrid, la ciudad que fue su hogar durante tantos años. Mientras tomaba el largo pasillo de trasbordo entre las líneas 8 y 6 en Nuevos Ministerios, se dio cuenta de que todo había cambiado, y que la poca tranquilidad que hacía apenas quince o dieciséis años se apreciaba ya había desaparecido casi por completo.

Bueno, no es que se diferenciara mucho del Londres actual, pero después de tirarse en Southampton todo este tiempo el ajetreo le era ya algo casi desconocido.

Le venían muy bien estas vacaciones; aunque estaba muy a gusto como preparador físico en el equipo inglés de baloncesto Solent Stars, deseaba perder un poco de vista cosas como el clima y la comida. Por fin, al subir las escaleras de la estación de Goya, llegó al que era su primer destino: el Palacio de los Deportes.

Llevaba mucho tiempo sin saber de él y, aunque había escuchado que el Palacio que él había conocido se incineró allá por el año 2000 o 2001, no estaba muy seguro, suponía que se habían limitado a reconstruir el original, pero nada más lejos de la realidad. Este nuevo edificio era enorme, o bien él había menguado o le parecía realmente gigantesco, como un gran trasatlántico atracado al final de la Plaza de Felipe II. Siendo un Lunes a mediodía no creía poder entrar, pero aun así se acercó a observar el edificio desde abajo. Efectivamente era increíblemente grande, sobre todo visto desde abajo.

Estando cerca de la puerta vio como venían unos chicos vestidos con chándal de color naranja y azul, y con bolsas de deporte. Se acercaron hasta donde él estaba y uno de ellos le preguntó:

- Disculpe, ¿es usted el vigilante de esto?

- ¿Eh? No, que va. Yo solía ejercer mi oficio por aquí, pero no pertenezco al personal de aquí.

- ¿Qué trabajaba aquí? ¿Y de qué?

- En su momento fui uno de los masajistas de la Selección Española durante las finales del Campeonato Mundial de Baloncesto que acogió España allá por el 86. Estuvimos en Zaragoza y Barcelona, y luego luchamos por la 5ª plaza aquí en Madrid.

Los deportistas le miraron asombrados.

- Uf, tuvo que ser algo realmente increíble. - Le dijo el primer chico que habló con él. - Seguro que este lugar le trae muy buenos recuerdos.

- Bueno, está claro que este ya no es el edificio que conocía, pero desde luego el espíritu sigue ahí.

- Ya lo creo... Bueno, ¿le apetece verlo por dentro?

- Si, claro, pero... ¿como voy a pasar?

- Pues mire, venimos aquí desde Valencia a formar parte de un torneo benéfico, y hemos venido sin masajista, así que siempre podemos decir una pequeña mentirijilla, ¿no?

Lo cierto es que el chico era muy amable. Guapo, bastante alto y de brazos fuertes, supuso que sería uno de los aleros de su equipo.

- Pues no se hable más, vamos a intentar que nos dejen pasar.

Esperaron un rato hasta que la seguridad del Palacio les permitió la entrada, aunque el control tampoco fue especialmente riguroso, y pudieron entrar todos sin más problemas. Una vez dentro, aquello le pareció de nuevo mucho más espectacular de lo que lo recordaba. Parecía como si hubieran inflado desde dentro el antiguo Palacio, y todo fuera parecido pero más grande, le dio la impresión de ver un estadio de los de la NBA.

- Increíble, ¿verdad?

- Y tanto... Vamos, tú supongo que no lo conocerías de antes, pero ha pegado un cambio tremendo.

- Estuve cuando era chaval, en un concierto de Enrique Iglesias poco antes de que se quemara todo... Y bueno, las retransmisiones deportivas por la tele, claro.

- Si, es normal... Oye, ¿te pasa algo? Tienes como un tic en el ojo...

- N... no es nada, son los nervios.

- ¿Por el torneo?

- No, tranquilo... Hace poco me abandonó la novia, y no sé donde puede estar, pero ya voy superándolo...

- Nunca te traumatices por eso, hombre... No merece la pena, te lo digo yo... A propósito, me llamo Darío, ¿y tú?

- Yo me llamo Sergio... En fin, mucho gusto, y gracias por preocuparte por mí.

- Gracias a ti por permitirme entrar.

Y ambos se dieron la mano cordialmente, y mientras que Darío seguía admirando la nueva obra, Sergio y su equipo bajaban a los vestuarios; dentro de poco llegarían los demás y querían estar preparados. Y a Sergio le costaba cada vez más controlar sus nervios, demasiada presión desde todos los ángulos...

Autor: Marcelino Andrade.