miércoles, 19 de mayo de 2010

Paseo de Recoletos

PASEO DE RECOLETOS

Antiguamente recibió los nombres de Prado de Recoletos, Prado Nuevo y Paseo de Copacabana, este último por la imagen de esa Virgen que había en el convento de Agustinos.

El actual paseo comenzó a formarse a finales del reinado de Fernando VII, utilizándose como mano de obra a presidiarios; quizá en esto tenía algo que ver el hecho de que en el propio paseo existiese uno de los presidios que entonces existían en Madrid. Quien finalmente le dio el elegante aspecto que hoy conserva fue el duque de Sesto, cuando era alcalde de Madrid en 1864.

Donde actualmente se encuentra el palacio de Linares estaba la Alhóndiga, con la extensa panera de forma circular, obra del reinado de FernandoVI, capaz de contener cien mil fanegas (medida de capacidad para áridos equivalente a 55'5 litros) de trigo para abastecer a la población en los casos de excesiva subida del precio de los granos. El antiguo Posito pasó a ser, a mediados del siglo XIX, Cuartel de Ingenieros y el local de la Alhóndiga se utilizó para guardar los decorados del Teatro del Príncipe y de la Cruz. A continuación de esta edificación se encontraba el presidio anteriormente comentado que, junto con los de la Puerta de Toledo y calle Barquillo, contaba Madrid.

Remontándonos aún más en el tiempo, comprobamos que estos terrenos pertenecieron al desaparecido pueblo de Valnegral o Bajo Abroñigal (donde se fabricaba pan para el consumo de Madrid), y poseyéndolo doña Eufrasia de Guzmán, princesa de Ascoli, quiso fundar un Monasterio de Agustinos Descalzos o Recoletos.

Edificó su palacio, sobre estos terrenos, el Marqués de Salamanca. Seguían a este palacio los hornos de la puebla de Villanueva que, según algunos, dio nombre a la calle de dicho nombre. Las quintas del conde de Oñate y la de San Felipe Neri, en cuya huerta estuvo la escuela de Veterinaria y posteriormente se inició (1866) la construcción del palacio de Bibliotecas y Museos, hoy Biblioteca Nacional, completaban la línea oriental del paseo que terminaba en la Puerta de Recoletos.

martes, 4 de mayo de 2010

Recorrido con Leyenda


RECORRIDO CON LEYENDA

Puesto que tuve que postergar mi visita a la Biblioteca Nacional, como comenté en un apartado anterior, fui a conocer su interior coincidiendo con el día que celebraban Puertas Abiertas como consecuencia de la Fiesta del Libro.

Amaneció un día con lluvia y aunque el acceso empezaba temprano, creo que alrededor de las 9 de la mañana, tenía tiempo hasta las 2 que era cuando daban por finalizada la jornada. Pensé que debido al mal día no acudiría demasiada gente, pero estaba equivocada. Llegué al lugar rondando las 12 de la mañana, ya había formada una cola extensa y las invitaciones que estaban entregando eran para acceder al edificio a la 1,15. Así pues, cogí dos, una para mi acompañante y otra para mí y estuvimos esperando incansablemente bajo el paraguas cobijándonos del aguacero que caía incesantemente, al igual que el resto de las personas que nos rodeaban.

En los ratos que el agua nos daba una tregua pude aprovechar para fotografiar los exteriores. El ir y venir de la gente entrando y saliendo del recinto era constante. Nos fijamos que a todos los que iban abandonando el interior les daban un obsequio consistente en unas rosas y una copia de algunos de los fragmentos que formaban la primera Constitución creada en Cádiz.

A la hora exacta nos encontrábamos en el interior de la Biblioteca. Dentro, el personal que se encargaba de la visita, hizo varios grupos y para paliar el frío del exterior repartieron chocolate o café, según el gusto de cada uno y unos deliciosos bollos de acompañamiento, así como unas fundas para meter los paraguas y proteger el suelo de las gotas que estos pudieran dejar caer.

Enseguida los guías que iban a acompañarnos en el recorrido intentaron llamar nuestra atención entregándonos folletos explicativos y comenzando a contarnos la historia del sitio donde nos encontrábamos (la entrada principal con sus escalinatas de mármol) y lo que podríamos observar después. Estos mismos nos rogaron que, a lo largo de nuestra visita, guardáramos el mayor silencio posible ya que al ser un sitio de consulta había numerosos expertos y aficionados realizando sus investigaciones en las distintas salas que veríamos.

Fuimos recorriendo distintos apartados como el Recibidor Principal, el Archivo General, la Sala de Cervantes, la Sala de Fotocopias, la de Internet… en una de las salas habían recuperado la pintura de su bóveda que aparecía escondida desde hace muchas décadas bajo un manto de suciedad negra, de lo cual habían dejado una muestra en una de las esquinas para que el público observara el contraste, en esta misma sala destaca también su vidriera de cristal que deja traspasar la luz natural. A las distintas salas se acceden muy fácilmente a ellas o por encontrarse contiguas o por escaleras de mármol similares a las de la entrada.

En nuestro itinerario los asistentes vamos realizando numerosas preguntas a las guías que nos acompañan, entre ellas yo tuve la curiosidad de preguntarles ¿Cuántos libros habría más o menos allí guardados en el Archivo General? ¿Si siempre el edificio había sido una Biblioteca? y ¿si el edificio de la Biblioteca y el del Museo Arqueológico estaban conectados entre sí?. Todas mis preguntas fueron respondidas: calculaban que el Archivo tendría millones de libros y documentos, el número exacto en ese momento no me lo podía facilitar porque no se acordaba, pero era fácil que la cifra superara los 17 millones si no eran más; antiguamente el Museo y la Biblioteca si estaban conectados entre sí puesto que se tenía conocimiento que en la Guerra Civil había habido personas que se ocultaban en sus sótanos y al ser un edificio tan extenso por alguna zona, hoy en la actualidad, podría ser que tuviera un acceso de un edificio al otro y por último, el Edifico de la Biblioteca y el Museo, tal y como lo conocemos hoy en día, siempre han sido lo que son pero en sus terrenos anteriormente hubo otro tipos de edificaciones como fueron un Convento de Agustinos hasta un Taller de Coches.

Nuestra visita finalizó a las 3 de la tarde. Al acabar nos invitaron a que volviéramos en las próximas Jornadas que se realizaran para conocer el resto del Edificio que no habíamos podido visitar (al ser varios grupos unos visitaban el ala Este y otros el ala Oeste) y nos hicieron entrega de los obsequios que antes mencioné.