martes, 12 de marzo de 2013

Puerta del Sol

La Puerta del Sol es uno de los lugares más conocidos y concurridos de Madrid. Aquí se encuentra el denominado Kilómetro Cero de las carreteras radiales españolas y el reloj cuyas campanadas, a las 12 de la noche el 31 de diciembre de cada año, marcan la tradicional toma de las doce uvas y el comienzo de un nuevo año a la gran mayoría de los españoles. Se comenzó a televisar el 31 de diciembre en 1962, a partir de ese año no se ha dejado de retransmitir por la televisión pública y más recientemente, por televisiones privadas de España.
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Es la única plaza que conserva el nombre de Puerta y no ostenta el calificativo de “plaza de”. La Puerta del Sol fue en sus orígenes uno de los accesos de la cerca que rodeaba Madrid en el siglo XV. Esta cerca recogía en su perímetro los arrabales medievales que habían ido creciendo extramuros, en torno a la muralla cristiana del siglo XII.

Durante la Guerra de Las Comunidades, se levantó en este lugar una fortaleza, cuya puerta principal tenía pintado un Sol, no se sabe si por su orientación hacia oriente o fue por casualidad. De ahí tomo su nombre este lugar. La puerta, de cal y ladrillo, tenía seis almenas en lo alto y estuvo situada en la confluencia de las Calles de Carretas y Montera, frente a la Carrera de San Jerónimo. Fue derribada en 1570 para ensanchar la salida de Madrid, perdurando el nombre hasta hoy.

Aunque desde los siglos XVII al XIX la puerta tenía importancia como lugar de encuentro (aquí se hallaba uno de los mentideros más famosos de la villa desde el Siglo de Oro, las famosas Gradas de San Felipe o Mentidero de San Felipe), no era una plaza definida, como la Plaza Mayor, y ocupaba la mitad del espacio actual.

La Casa de Correos fue construida por el arquitecto francés Jaime Maquet entre 1766 y 1768; la misma fue posteriormente Ministerio de la Gobernación y Dirección General de Seguridad del Estado durante la dictadura franquista y, actualmente, es sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Será esta Casa de Correos la que empiece a sentar las bases urbanísticas de lo que hoy es la Puerta del Sol y su creciente importancia como punto céntrico de Madrid. Tras la conversión de la Casa de Correos en sede del Ministerio de Gobernación (1847), se decide derribar algunas casas de la zona para realzar el edificio y darle seguridad.

A mediados del siglo pasado la Puerta del Sol fue remodelada por completo ampliando el perímetro de la Plaza y sustituyendo el aspecto rectangular y estrecho que tenía por una plaza de mayores proporciones y con forma de elipse en su lado norte, tal como la conocemos hoy en día. El resultado sería la creación de una gran plaza.

Para ello, en aplicación de las leyes de desamortización de Mendizábal, se derriban, entre otros, los Conventos de San Felipe y Nuestra Señora de las Victorias allí ubicados. Entre 1857 y 1862, Lucio del Valle, Juan Rivera y José Morer llevan a cabo la reforma de la plaza, dándole su fisonomía actual. Para ello mantienen la alineación de la Casa de Correos en uno de los lados y construyen edificios de viviendas con fachadas uniformes definiendo un espacio de forma semicircular.

En 1959 es reformada por Manuel Herrero Palacios incorporando en su centro una zona ajardinada y las fuentes. En 1986 los arquitectos Antonio Riviere, Javier Ortega y Antonio González Capitel introducen una nueva reforma, adquiriendo más importancia la zona peatonal. Las farolas instaladas con motivo de esta remodelación, fueron apodadas popularmente como los supositorios y provocaron una gran polémica debido a su diseño moderno. Finalmente fueron sustituidas por las actuales farolas de estilo "Fernandino", si bien en los dos postes centrales de la plaza los supositorios pervivieron algunos años más, para ser unificadas unos años más tarde con las del resto de la plaza.

Hace unos años se terminaron las obras en la misma para instalar un intercambiador de cercanías.

La historia de la Puerta del Sol está plagada de acontecimientos señalados, entre los que se encuentran el asesinato del presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, en 1912 o la proclamación de la Segunda República en 1931.

Fotos: - Puerta del Sol.

martes, 5 de marzo de 2013

Puerta y plaza con solera

En mi casa siempre ha sido tradición desde que éramos pequeños el ir todos los años por Navidades a visitar el Mercadillo de la Plaza Mayor y el espectáculo que ofrece Cortylandia en el Corte Inglés situado en una de las calles que van a desembocar a la Puerta del Sol, Preciados.

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Aún recuerdo la impresión que me llevé la primera vez que visité esta zona de Madrid, la cara de ilusión con que miraba a mis padres cuando íbamos allí. Ver aquel gigantesco árbol colocado en medio de la plaza cerca de la Antigua Casa de Correos. Con mis 4 ó 5 años de edad imaginaba que los niños que vivieran en las zonas cercanas eran afortunados pues con un árbol tan grande sería imposible que los Reyes Magos pasaran por allí y no dejaran algún pequeño detalle para ellos, los regalos en ese barrio debían de ser enormes, ¿se portarían mejor que yo durante el resto del año? No creo, si fuera así mis padres no me llevarían al centro comercial próximo para que echara un vistazo a los juguetes que iba a poner en mi carta, era evidente que yo antes de pedir lo que deseaba tenía que verlo con mis propios ojos para ver si era tal como lo veía en la Televisión.

Después en el Mercadillo de la Plaza Mayor siempre caía la compra de alguna figurilla para el Belén, un Belén que he de decir que aún hoy sobrevive y que cada año tengo la misma polémica con mi madre de ver en que mesa lo monto por las dimensiones que ocupa, lo que ella no sabe es que cuando me vaya a mi futura casa será una cosa que se vendrá conmigo y colocaré año tras año para mantener la tradición, siempre que tenga espacio disponible para poder hacerlo. Ver aquella plaza con la Casa de La Carnicería y de La Panadería en los laterales, hacía que soñara con miles de fantasías que luego recreaba con mis muñecos en casa.

Tampoco faltaba en aquella tarde la merienda en La Mallorquina, una pastelería muy conocida y con una repostería riquísima, ¡uuummm se me hace la boca agua solo de pensarlo! Hay también otro hecho que hasta hace pocos años revivía con mis sobrinos, el ir a disfrutar de la Cabalgata de Reyes que desfila por esa zona.

Sin duda alguna, iré cumpliendo año tras año y haciéndome mayor pero mi espíritu siempre permanecerá joven y no habrá época, mientras mi cuerpo me lo permita, que falte a esta cita ya histórica en mi familia, seguiré jugando en el centro comercial, mirando con ilusión a los Reyes Mayos y teniendo caries causadas por los caramelos que reparten y las suculentas meriendas que me pego en esa época.