jueves, 19 de septiembre de 2013

Convento de Nuestra Señora de La Victoria

Este convento de la orden de religiosos de San Francisco de Paula, fue fundado en 1561 por el Padre provincial de la Orden, Fray Juan de Vitoria, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Victoria.

Aunque fundado por la propia orden, el origen de este convento va a estar muy ligado a Felipe II y su mujer, Isabel de Valois, quien era muy devota de estos religiosos. Así, los monarcas solucionaron las trabas que a la fundación de este Convento pusieron la propia Villa y los Agustinos de San Felipe el Real, pudiéndose dar la primera misa el 7 de agosto de 1561, en presencia del Príncipe Carlos.

Desde el punto de vista de su arquitectura, debió ser un edificio poco notable, siendo el único elemento a destacar la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, en cuyo interior se veneraba una imagen de dicha Virgen, que realizada por Gaspar Becerra fue donada al convento por la reina Isabel de Valois.

La imagen de la Soledad, sin ser la titular del convento, gozó de gran devoción entre los madrileños. Fue regalada al convento por la reina Isabel de Valois, quien había encargado la imagen a Gaspar Becerra, y ella misma fundó la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias el 21 de Mayo de 1567. Sus hijos el príncipe Carlos y el infante Felipe, futuro rey de España, eran miembros de dicha hermandad, que celebró su primera procesión el 16 de Abril del año siguiente. La cofradía se extinguió en 1653. A partir de entonces, la virgen procesiona con la Cofradía de los Siete Dolores, de Santo Tomás. Tras la desamortización del convento, la imagen es trasladada a la Colegiata de San Isidro donde permanecerá hasta 1938 en que resulta destruida por el incendio que arrasó la iglesia.


Muy dañado durante la invasión francesa, fue desamortizado en 1836, siendo demolido en su totalidad. En su lugar se abrió la calle Espoz y Mina, y se construyeron varios edificios de viviendas, además de un pasaje comercial llamado de Matheu.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Café nuevo del Pombo

Antiguo Café y Botillería de Pombo, ocupaba los sótanos de la finca de la calle Carretas esquina a San Ricardo a espaldas de la Casa de Correos, hoy sede del Gobierno Autónomo de Madrid, en la Puerta del Sol, donde Ramón Gómez de la Serna instauró la tertulia más importante y más seguida de Madrid y donde en su nacimiento se prohibió hablar de la guerra y la política estaba vetada, sirviendo como refugio de todos aquellos que se hartaron de otros Cafés donde sólo se hablaba de eso. Este café fue un edén sagrado de la cultura liberal y vanguardista de la época, liderado por el genial periodista y escritor Ramón Gómez de la Serna, el mago de las letras creador de maravillosas greguerías y uno de los mayores exponentes del periodismo.

La conocida tertulia del Café Pombo fue creada en 1912, se estableció los sábados por la noche, después de la hora de cenar. En el viejo sótano se reunían, tanto renombrados como nuevos, incluso hasta las 3:00 de la madrugada. La luz que alumbraba el Café era de gas, sin calefacción, decorado por espejos con anchos marcos, algunos de caoba y otros dorados. La imagen de la Virgen del Carmen figuraba como patrona. En las tertulias se sentaban sobre una larga mesa, todos con sombreros de copa. Al fondo una escalera de caracol. Un buzón donde dejar las cartas a Ramón Gómez de la Serna. Divanes rojos, banquetas de terciopelo y cortinillas en la puerta completaban la ornamentación del espacio.

La tertulia de Pombo fue asentándose paso a paso durante sus dos primeros años de vida, se recreció durante la guerra y, al término de ésta, entró en su sazón, que culminaría con la gran influencia que tuvo en la segunda década del siglo y primeros años treinta.

Aquel mítico emplazamiento cultural. En aquel histórico sitio se vieron pasar a la gente de la Generación del 14.

"Necesito Café en que reunirme en día fijo con los míos. Café por decirlo así 'propio' en que tomar confianza con un espacio ajeno pero cerrado a través de los muchos años que pienso vivir dedicado a la faena literaria". ”Busco y encuentro Pombo, inmediato a la Puerta del Sol, detrás de su Ministerio de Gobernación, a un paso de todos los tranvías y por tanto propicio a todas las citas.".- decía Ramón Gómez de la Serna.

Uno de los contertulios, el estudiante de medicina y luego doctor, Francisco Vega Díaz, contaba de sus sábados Pombianos, desde que en el año 1924 empezara a frecuentar la tertulia y las cenas del sábado (a las 10 de la noche, cuando llegaba Ramón de la Revista de Occidente). Varias anécdotas nos relata el doctor, una relativa al carácter bondadoso de Ramón y a su sinceridad vehemente; nos cuenta:

"Cuando alguien le dijo una noche con su miajita de mala intención que a Marañón no le gustaba su estilo literario, echóse a reír campanudamente, diciendo con toda honestidad que el fiel de la balanza se inclinaba a su lado, porque a él, contrariamente, le placía el castellano sencillo y puro del doctor: '¡Pesa más, pesa más, mi opinión sobre Marañón que la suya sobre mí, porque siempre pesa más el elogio que la crítica!"

Aporta una tarjeta postal remitida por Ramón desde París (con matasellos de 24 de noviembre de 1935), en una de sus ausencias de Pombo: 

"Caballeros de la tertulia Pombiana de los sábados. Café Pombo, Carretas, 4" "Estaré en la tertulia el sábado 29. Abrazos del camarada Ramón Gómez de la Serna"


En cada uno de sus viajes, Ramón busca entre los cafés e intenta reproducir la tertulia de Pombo. Cuando Ramón vuelve a España en 1949, visita y reproduce uno de sus sábados Pombianos: y (como en su greguería) el pie se le debió quedar como con sabor a sifón.